Enseguida pensé en mi abuela. (...) Es anciana, se mueve lentamente, es afable, va todas las mañanas a misa y reza en plan profesional. Hace un rato me interesé por su devoción favorita.
-Abuela, ¿cómo funciona eso?
Puso cara de no entender y de pedir una explicación suplementaria.
-Bueno..., eso que tienes en la mano. El rosario, ¿no?
Me ha dicho que el funcionamiento es muy simple: consiste en rezar un avemaría por cada bolita. El problema es que hay cincuenta bolitas.
-¿Y no es muy aburrido repetir siempre lo mismo?
Como buena gallega, mi abuela suele contestar con otra pregunta. Yo la esperaba. Lo que no esperaba ha sido su puntería.
-¿Y no es muy aburrido pensar a todas horas en la misma chica?
A eso se le llama subir a volear y ser pasado. Un passing perfecto, como los de Nadal. Mi abuela está en mejor forma de lo que parece. De vernacular, nada. Debí sospecharlo.
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